miércoles, septiembre 27, 2006

La cara oscura de la Luna

Ando ausente y liado durante estos días, preparando el viaje que me va a llevar al otro lado del charco.

Para los que no lo sepan (¿y cómo íbamos a saberlo, diréis, si nunca lo has contado en el blog?), después de terminar el instituto, opción de ciencias, hice la carrera de Farmacia en la Universidad de Alcalá de Henares. Como ya sabía que lo de atender tras un mostrador de una botica no era lo mío, busqué hasta encontrar una beca que me permitiera incorporarme a algún grupo de investigación en el que poder realizar una tesis doctoral. De eso hace cuatro años, o los hará el día 2 de diciembre para ser más concretos. Apurando mis días de becario predoctoral solicité una beca que la Comunidad de Madrid, con su presidenta Esperanza a la cabeza, ha tenido a bien concederme, una beca para realizar una estancia breve (apenas tres meses) en un laboratorio de investigación extranjero.

Y allá que me voy. Mañana cojo un avión a las 10 de la mañana y aterrizo en Calgary (previo paso por Frankfurt) unas 15 horas después.


Por tanto, preveo que va a pasar un tiempo (espero que mínimo) mientras me deshago del jet-lag, me instalo y encuentro una conexión fija y tiempo para volver a retomar el blog.

Cuando terminéis de leer esta entrada yo ya estaré entrando en la cara oscura de la luna: sin posibilidad de enviar o recibir señales hasta emerger por el otro lado.

Mientras tanto, os dejo con un grupo que cantó a ese lado oscuro de la Luna...



'MONEY' – Pink Floyd

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jueves, septiembre 14, 2006

Van 50: Indiana y yo somos así.

Si no me fallan las cuentas esta entrada debe ser la número 50 de lo que llevamos de blog.

Sin embargo, agobiado de trabajo y falto de tiempo (los Pet Shop Boys tendrán que seguir esperando de momento), no tengo nada mejor que ofrecer para conmemorar número tan redondo que un test que me pareció interesante en su momento cuando lo vi en el blog de Errantus.





¿Qué película clásica eres?


by similarminds.com


Ahí tenéis: Indiana y yo, tanto monta, monta tanto. Viviendo para la aventura y el peligro jejeje

Lo han clavado, oiga.





PD: Calgary menos 14 y contando...

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viernes, septiembre 08, 2006

Así me lo aprendí yo


Viñeta de Forges en el diario El País el pasado día 6.


Espero que en un país en el que cada aficionado deportivo lleva un entrenador dentro no os molestéis si yo también hablo un poco de fútbol. ¿Y por qué de fútbol y no de otros deportes donde las cosas nos van viento en popa? Pues por la sencilla razón de que además quiero practicar otro de los deportes patrios favoritos: criticar.


El comentario viene a cuento de la derrota de la selección nacional de fútbol el pasado miércoles frente a Irlanda del Norte, pero muy bien podría haber sido hecho tras el mundial de Corea y Japón o cuando tuvimos que jugar la repesca tras la fase de clasificación para conseguir participar en dicho mundial. Es decir, es para hablar mal de un equipo que hace tiempo que no sólo no sabe a qué juega sino que dudo mucho que podamos decir que practica fútbol, o al menos el fútbol que me han enseñado siempre y al que he jugado desde chico. La capacidad de asombro e impotencia de mi yo espectador ha llegado a tal punto de saturación que mi yo entrenador se niega a reconocer que lo que se vio el miércoles fuera un equipo de jugadores que entrenan a diario y juegan regularmente ¡por dinero! ¡y que representan a todo un país!

Desde mi punto de vista, la selección española, hoy por hoy, infringe a cada momento las "normas" más básicas del juego, esas que le enseñan a cualquier chavalito por joven que sea cuando empieza a jugar en su barrio o su pueblo. ¡Unos señores que cobran millonadas porque saben jugar a ésto, por Dios! Solamente tenemos que repasar los tres goles que encajamos en el partido (sí, encajamos, la primera persona del plural no funciona sólo cuando ganamos copas y medallas) para que veáis lo que digo.


Primer gol de Irlanda. Centro blandito al área que se deja botar y no se despeja, cuatro errores y un delantero hábil.

Cuando yo era cadete jugaba en un equipo "de barrio" en el que había unas diferencias bastante grandes entre la altura de unos y de otros (no todos habían pegado ya el estirón) por lo que a los más altos nos tocaba jugar en el puesto que nadie quiere: de defensas. Y las dos primeras reglas que te hace aprender el entrenador para jugar atrás son que la pelota no debe llegar a botar porque tras el bote te deja descolocado la mayoría de las veces y que el balón hay que despejarlo en cuanto se tenga oportunidad y sea como sea. Una tercera regla a añadir a las dos anteriores es que el balón debe jugarlo/despejarlo la persona que se encuentra de frente a la pelota y de espaldas a la portería, de manera que al despejarlo, el balón se aleje lo más posible de la portería propia. Está bien que consideremos que la selección española es un equipo con "buena técnica" y que se predique que hay que sacar el balón jugado desde atrás pero un centro al área nunca se puede dejar botar y hay que despejarlo sea como sea, ya estemos en un equipo de barrio o en la mismísima selección campeona del mundo.

Volviendo al partido, en el centro al área la defensa española dejó que el balón botara entre la línea de penalti y el área pequeña: primer error. Una vez que el balón botó, y en lugar de despejarlo (segundo error), es X. Alonso quien jugó la pelota (y no el jugador que venía de frente, o sea, Puyol: tercer error), queriendo cedérsela de cabeza al portero, sin darse cuenta de que entre ellos se encontraba un delantero irlandés: cuarto y último error. Si en una película de Ted Post Clint Eastwood se vengaba porque sus enemigos habían cometido tres errores al lincharle y dejarle con vida, Irlanda no fue menos que Clint y no se apiadó de nuestros cuatro errores y llegó su primer gol.

Y es que lo de ceder la pelota al portero es otra cosa que no entiendo. Hace ya tiempo que una regla prohibió que, al ceder los jugadores con el pie y de manera intencionada el balón al portero, éste pudiera cogerlo con las manos. Sabiendo que de los once jugadores que componen un equipo es precisamente el portero el menos "hábil" a la hora de jugar la pelota con los pies, ¿por qué se siguen empeñando una y otra vez en echar balones al portero? ¿Por qué convertir una jugada que, como mal menor, con un despeje hacia un lateral es un simple saque de banda en una jugada de peligro con el balón en nuestro área y uno o varios delanteros presionando al portero? Que venga alguien y me lo explique, por favor, porque creo que nunca voy a poder entenderlo.


Segundo gol de Irlanda. Falta lanzada desde el lateral del área que remata un delantero irlandés (el mismo de antes, David Healy, al que debemos haber revalorizado al menos por cuatro tras este partido) desde el mismísimo punto de penalti.

Otra de las cosas que te enseñan cuando juegas es que al defender un lanzamiento de falta debes estar atento al balón porque, al fin y al cabo, evitar que el balón entre en la portería es el trabajo que debes realizar. Ya sé que la tendencia "natural" es que cada defensor se pegue a un atacante y le siga allá donde vaya para evitar que remate. Y no lo veo mal siempre y cuando sepa en cada momento donde está la pelota. En mi opinión no hacen falta todos estos emparejamientos y basta con una defensa "en zona" atenta al balón, pero sea como sea y en cualquiera de los dos casos, por parejas o en zona, para mí lo primordial es estar atento al balón.

Volvamos de nuevo a la jugada del segundo gol irlandés: nueve jugadores españoles dentro del área defendiendo la falta pero nadie cubría al tal Healy, nadie le siguió al botarse la falta y nadie se interpuso en el camino de su tiro. Sin comentarios.


Tercer gol de Irlanda. O como un saque de portería se convierte en dos toques en un gol de vaselina (abstenerse de hacer chistes con la ídem).

Por si no habíamos tenido ya suficientes errores, no os vayáis todavía porque aparece uno nuevo, propio de "niño rico". Debe ser porque siempre he jugado en competiciones locales y ligas menores en las que nunca hemos tenido linieres y su labor la llevaba a cabo el propio árbitro pero os puedo jurar que jamás he levantado el brazo (¿de dónde ha salido este gesto? ¿quién fue el primero que hizo semejante tontería para llamar la atención del árbitro?) para reclamar un fuera de juego mientras me quedaba parado a esperar si el árbitro lo pitaba o no. Ante todo, la presunción de inocencia: si el trabajo es conseguir que no nos metan un gol, las jugadas que puedan ser tenidas como fuera de juego por parte del árbitro deben ser consideradas como legales hasta que no se demuestre lo contrario. Es decir, primero se dispara (o se despeja o lo que tenga que hacerse) y luego se pregunta. Pues nada, debe ser que los internacionales españoles se han olvidado de que alguna vez jugaron en campos de tierra y sin linieres y se han "aburguesado" trotando por sus campos de hierba.

¿Y qué pasó en el partido? Saca el portero y aquí llegan de nuevo el primer y el segundo error cogiditos de la mano: dejar botar la pelota y no despejarla. Y como no estamos contentos con volver a cometer estos dos errores, ahora levantamos el brazo para decirle al árbitro "oye, tío, mira mi brazo levantado, ¿no ves que es fuera de juego?". Mientras tanto, nos quedamos mirando como el balón nos sobrepasaba, como el tal Healy (después del tercer gol que nos metió ya no me hacía tanta gracia que su apellido se pronunciara 'gili') era el único que corría tras él y como con un suave toque superaba a Casillas y nos dejaba con cara de tontos.


A mí se me caería la cara de vergüenza pero, claro, yo no tengo el bolsillo tan lleno de millones como para poder comprarme una cara nueva para sustituir a la antigua.

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jueves, septiembre 07, 2006

SANGRE en la LUNA (James Ellroy)


Por un lado, un asesino en serie metódico y concienzudo del que nadie sabe nada, ni siquiera que ya lleva veintitrés víctimas y que aún quedan muchas a las que amar... Por otro, Lloyd Hopkins, que siempre ha tenido claro que su destino era convertirse en policía para poder defender y preservar la inocencia que aún queda en el mundo. Ayudado por su gran inteligencia, ya que desde el comienzo de su carrera como agente es considerado un genio, consigue ascender en el departamento de policía de Los Ángeles y llegar hasta el departamento de homicidios. Hopkins es un genio, un superdotado, un obseso; todas estas características hacen que con cada decisión ponga en peligro no sólo su carrera o su vida en familia sino incluso su vida...

Ambos personajes están obsesionados por las mujeres. Ambos las aman, aunque cada uno a su manera: mientras uno quiere salvaguardar su inocencia, el otro quiere liberarlas mediante un particular acto de amor. Los personajes han salido a escena y el enfrentamiento está servido.


'Sangre en la Luna' es la primera de las novelas de James Ellroy que componen la trilogía del sargento Hopkins (las tres han sido editadas varias veces en España, como por ejemplo en la editorial Júcar dentro de su colección Etiqueta Negra). En ella se nos narra el enfrentamiento entre dos personajes antagónicos en su forma de amar a las mujeres y de salvarlas. La infancia de ambos los ha marcado en su manera de ver el mundo y de relacionarse con los demás. Son dos iluminados con una misión que cumplir que terminan enfrentándose al cruzarse sus caminos.

Para los que ya conozcan a Ellroy, aquí van a encontrar lo que este autor sabe hacer bien. Acción y descripciones de la violencia que desprenden sus personajes con ese estilo seco que le hace único en la novela negra actual y un par de personajes masculinos fuertes y cuyo carácter les lleva a actuar según sus ideas y sus obsesiones hasta casi el límite.


Comparada con algunas de sus novelas posteriores (principalmente con las que forman el cuarteto de L.A.), 'Sangre en la Luna' adolece quizás de la profundidad en la psicología de sus personajes haciendo que casi parezcan caricaturescos en sus cualidades y en sus obsesiones. A pesar de ello, es una novela que no creo que decepcione a los fans del autor o a aquellos que se acerquen por primera vez a Ellroy.


En lado negativo, hay que decir que la edición de Júcar tiene algunos fallos que llaman la atención, tanto en la traducción (por ejemplo, 'desestimado' en lugar de 'subestimado' o, la peor y varias veces repetida, llamar 'coronel' al 'forense' [del inglés coroner]), como en la ortografía (p.e. 'vocina' en lugar de 'bocina').


Por último, mencionar que este libro fue adadptado al cine en la película 'Cop, con la ley o sin ella' ('Cop', 1987), protagonizada por James Woods en el papel de Hopkins, que no he tenido el gusto de ver y de la que ni siquiera tenía noticia que existiera.


Título original: 'Blood on the Moon' (1984)
Traducción: Magdalena Durán Coll
Editorial: Júcar (1989)
Colección: Etiqueta Negra nº 100
ISBN: 84-334-3700-3

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