sábado, julio 28, 2007

CAPITÁN de MAR y GUERRA (P. O'Brian) y CABO TRAFALGAR (A. Pérez-Reverte)

Ya conocía la serie de novelas de Patrick O'Brian que narran las aventuras del capitán Aubrey y el doctor Maturin antes de ir a ver 'Master & Commander' (Peter Weir, 2003), pero no fue hasta después de salir del cine que decidí que quería leer, al menos, la primera de ellas.



Lo primero que tengo que admitir es que nunca me han gustado las novelas de aventuras que transcurren en el mar: me aburren y me hacen desistir sólo con ver el mar que aparece en la portada. Me producen la misma respuesta apática que Verne así que ¡imaginad lo que sería ponerme delante de 'Un capitán de quince años'!

'Capitán de mar y guerra' (subtitulado 'Una aventura de la armada inglesa', por si algún despistado aún no sabía de qué iba la cosa) es la primera de las novelas de la serie de Aubrey y Maturin y, por tanto, dedica sus primeras páginas a la presentación somera de los personajes. Aunque coinciden en su gusto por la música, ambos personajes no pueden ser más antagónicos. Como en toda aventura con dos protagonistas que se precie, uno debe ser el contrapunto del otro: frente al marino de profesión, amante de la comida, la bebida y las mujeres, se sitúa el calmado y cerebral médico y naturalista.

Dejando a un lado el primer tercio del libro, en el que las descripciones y los términos marineros podrían haber hecho que alguien con mis "prejuicios" abandonara, O'Brian consigue que haya disfrutado por igual la parte de aventura, en la que se me aceleraba el pulso con las batallas y persecuciones, y la parte de conocimiento y conversaciones entre sus dos personajes protagonistas. Y no sólo eso, sino que ¡ha conseguido que me quede con ganas de más! El segundo libro de la serie aguarda impaciente en la pila.



Sin embargo, después de leer un señor libro de aventuras (aunque sean en el mar) como es la novela de O'Brian, se me atragantó mucho (muchísimo) la lectura de 'Cabo Trafalgar', lo que perpetró Pérez-Reverte a petición de la editorial Alfaguara para celebrar el bicentenario de la batalla de Trafalgar.

Leo en la contraportada que "la combinación de rigor histórico y acción espectacular, unida a la habilidad narrativa del autor, convierten estas páginas en un clásico moderno de la literatura naval" y todavía me da la risa. La "acción espectacular" brilla por su ausencia y, aunque no dudo de la estupenda documentación del autor y de su amplio conocimiento marinero, la idea de introducir un barco que no participó en la batalla como (y cito textualmente) "privilegio del novelista" para "manipular la historia en beneficio de la ficción" no me parece el recurso adecuado para narrar la batalla. Además, hay otros privilegios del autor que tampoco me convencieron. El peor de todos ellos es, para mí, hacer que los franceses hablen en una mezcla de francés y español (acento incluido) que es ridículo. Gracias a este "privilegio del novelista", nos podemos echar unas risas a costa de la pronunciación de los franchutes que transforman, por obra y gracia de Pérez-Reverte, a Manuel Correjuevos en Manoló Coguegüevós.
Que me parto. En fin...

Resumiendo: decepción de las gordas a cargo del autor de un buen puñado de novelas más que interesantes ('El maestro de esgrima', 'La tabla de Flandes', 'El club Dumas', 'La piel del tambor') y de uno de mis libros preferidos ('Territorio Comanche').

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