viernes, abril 06, 2007

VIAJE ALUCINANTE / CUANDO el DESTINO nos ALCANCE (Richard Fleischer, 1966/1973)

Durante los meses de marzo y abril, la Filmoteca está haciendo un repaso a la filmografía de Richard Fleischer, fallecido hace poco más de un año, lo que me ha permitido volver a ver este par de películas.

(Inciso sobre la Filmoteca: avisados quedáis de que deberíais echar un vistazo al programa de este mes porque comienza un ciclo nuevo, 'Creadores de espacios', en el que se va a hacer un repaso a multitud de clásicos del cine mudo, amén de otras películas no tan antiguas pero clásicos igualmente.)



La primera que he visto ha sido 'Viaje alucinante' ('Fantastic voyage', 1966).

La historia creo que ya la conocéis todos: en el transcurso del intento de asesinato de un científico que posee un importante secreto militar éste queda en coma a causa de un coágulo cerebral. Para la eliminación del coágulo, imposible mediante una operación, se procede a la miniaturización de un submarino y de sus cinco tripulantes, que serán introducidos por la yugular y transportados junto a la sangre hasta el cerebro. Pero sólo tienen 60 minutos para deshacer el coágulo y llegar al punto de salida...


A pesar de los 40 años que han pasado desde su estreno, la película se sigue dejando ver con agrado. Podemos achacarle un cierto toque inocente, que no simplista, y varios errores científicos (errores que pidió poder enmendar el escritor Isaac Asimov en la posterior novelización que hizo a partir del guión original) pero conserva el sentido de la maravilla que debería acompañar a toda película de aventuras que se precie.

Gracias a los enormes decorados y a los efectos visuales descubrimos en nuestro viaje por el cuerpo humano el interior del oído, el intercambio gaseoso en los alveolos pulmonares, la fuerza que acompaña a cada latido del corazón o las fuerzas de seguridad del organismo que nos protegen de infecciones (¡que les pregunten a Raquel Welch o a Donald Pleasance acerca de anticuerpos y glóbulos blancos!).

'Viaje alucinante' es la aventura de explorar lo desconocido, aunque en esta ocasión no sea el espacio exterior sino el espacio interior, el innerspace que años más tarde daría título a esa especie de remake que es 'El chip prodigioso' ('Innerspace', Joe Dante, 1987).



La segunda de las películas de R. Fleischer que he visto durante este ciclo ha sido 'Cuando el destino nos alcance', aunque mucha gente la conoce más por su título original, 'Soylent Green' (1973).


Basada en la novela '¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!' ('Make room! Make room!, 1966) de Harry Harrison, la película presenta un mundo, allá por el año 2022, con graves problemas de superpoblación y en el que los ricos disponen de todas las comodidades (y que en esta época pueden tratarse de un simple filete de buey o de una pastilla de jabón) mientras que el resto de la población debe acudir regularmente a por sus raciones de agua y de comida, unos preparados alimenticios con forma de galletas y de diferentes colores elaborados por la empresa Soylent.

En la ciudad de Nueva York, el detective Robert Thorn (Charlton Heston), miembro de un cuerpo de policía totalmente corrupto, cuenta con la ayuda de su amigo Sol Roth (Edward G. Robinson) para resolver el asesinato de William Simonson (Joseph Cotten).


'Cuando el destino nos alcance' se aleja totalmente del tono naive de la anterior y recurre a uno de los tópicos de la ciencia ficción: las consecuencias de la superpoblación y de la caída de los recursos del planeta. A pesar de alguna nota "discordante", como el tema del mobiliario que acompaña a cada apartamento, no deja de ser una visión bastante "creíble" de un futuro cercano (la novela original situaba la acción en el año 1999 y la película en el año 2022) teniendo en cuenta hasta donde puede llegar el hombre en el trato a sus semejantes y del tremendo poder de las multinacionales.




Y después de este negro comentario me vuelvo al sillón a disfrutar de lo que me queda de vacaciones.

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3 COMENTARIOS:

Anonymous Anónimo dijo...

No fui a Soylent Green porque coincidió con un día en el que acabé terriblemente cansado, pero fue mi única razón para no hacerlo. Otra vez seráh

8 de abril de 2007, 16:27  
Blogger Ricardo G. Yayo dijo...

Pero Ferio, eso no es excusa. Con lo cómodas que son las butacas de la Filmoteca.
Además, no sería la primera vez que veo a alguien dormido ¡e incluso roncando! en mitad de la proyección ;-)

12 de abril de 2007, 10:01  
Anonymous Anónimo dijo...

Ya, hombre, pero no me apetece ser yo uno de los que se quedan dormidos. Además, he visto que la venden por ahí a 5.95 €, si me siento suficientemente magnánimo en un momento dado, quizá me la agencie.

16 de abril de 2007, 12:18  

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