La VIDA de los OTROS (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006)

Esta película alemana es la que se llevó el premio a la mejor película en lengua no inglesa de la pasada edición de los Oscar. No he visto tres de las otras nominadas pero si visitáis de manera ocasional este blog sabréis que 'El laberinto del Fauno' me había parecido una excelente película y era, sin duda, mi favorita para ese premio.

El caso es que el mismo día de la entrega de los Oscar me fui al cine a ver 'La vida de los otros' (TRAILER) y me llevé una muy grata sorpresa porque la película, independientemente de que al final se llevara el premio, me gustó mucho y me parece una de las mejores del año.

La película transcurre a mediados de los años 80 en la República Federal de Alemania, apenas unos años antes de la caída el muro. Es una época en la que el sistema de gobierno tiene en la Stasi, la policía política, su brazo represor. En esta situación, Gerd Wiesler (interpretado por Ulrich Mühe) es uno de los más fieles exponentes de dicha policía y, por ende, reflejo de la sociedad en la que vive: un hombre gris y rígido, de costumbres austeras y sin ninguna ambición ni sueño más que servir lo mejor posible a su trabajo, que no es otro que vigilar la vida de los otros.

Sin embargo, cuando le encomiendan la vigilancia de un autor de obras de teatro, Georg Dreyman, (Sebastian Koch) y de su novia y actriz principal de sus obras, Christa-Maria Sieland, (Martina Gedeck), comienza a descubrir que existe una vida distinta a la suya, la de aquellos a los que vigila.

Muy alejada del tono de comedia de 'Good bye, Lenin', película que también retraba la sociedad de la Alemania del este, aunque en este caso la de los últimos ochenta y los primeros noventa post-muro, 'La vida de los otros' es un retrato crudo y realista de una época de represión política, perfectamente representada por su protagonista.

Si alguno de vosotros estáis aún dudando si merece la pena y os sirve de algo mi recomendación, ¡corred a verla, insensatos! No os arrepentiréis del dinero invertido en sus dos horas de metraje, palabrita de niño bueno.