domingo, octubre 01, 2006

Distracciones y ánimos

Parece que el tiempo de espera hasta poder emerger por el otro lado ha sido más corto de lo que yo esperaba, wireless del hotel mediante. Ya veremos cómo se presenta la semana que viene.


Como os contaba el otro día, el jueves pasado me pasé todo el día volando... y, para mi sorpresa, comiendo.

Ya en el primero de los dos vuelos, el que me llevaba hasta Frankfurt, me dieron de comer. Era algo ligerito dadas las horas tempraneras del vuelo, pero que siempre se agradece. Y digo yo que de paso, mientras estás con la comida, no piensas en el vuelo. Porque yo soy de los que prefiere no volar si se puede evitar. ¿Miedo a volar? Pues no sabría qué deciros. Cuando alguien me pregunta sobre ello, nunca lo defino como miedo porque no creo que lo sea: es una sensación incómoda que me tiene todo el trayecto en estado casi permanente de alerta pero no creo que sea miedo. De hecho, cada vez me gusta más ver los aterrizajes. No porque sea el final del viaje y vayamos a poder salir al fin del avión, sino porque me gusta ir viendo cómo va cambiando de tamaño lo que podemos ver por la ventanilla: primero sólo puedes reconocer ciudades o barrios, luego puedes ver las carreteras, más tarde los coches de las carreteras, luego hasta la gente que anda por la calle... y empiezas a ver cada vez más cerca los coches, los árboles y las personas... y, de repente, ya estás en tierra otra vez. Es a la única parte del vuelo a la que le estoy cogiendo afición. El despegue, sin embargo, no me gusta en asoluto. Y sobre lo que es el vuelo en sí, cada vez que pienso en ello me acuerdo de la escena de 'Supermán' en la que Lois Lane tiene un accidente en un helicóptero y allí aparece el hombre de acero para salvarla (una de tantas veces, por cierto ¡qué chica más patosa!). Supermán, tras salvarla, la lleva en brazos a la vez que sujeta el helicóptero y la tranquiliza diciéndo que no se preocupe porque él la está sujetando, a lo que ella responde ¿y a ti, quién te sujeta? Pues a mí me pasa lo mismo. Está claro que a mí me "sujeta" el avión, pero... ¿quién sujeta el avión?

El caso es que en el segundo vuelo (Frankfurt-Calgary: casi 10 horas de viaje) no sólo nos dieron de comer, con galletitas a media tarde después, sino que además merendamos helado y cenamos pizza. Y se agradece, oiga, porque calculad que, de esas 10 horas y teniendo en cuenta que además te dan bebidas entre medias, te pasas comiendo más de la tercera parte. Al final ya comía con aburrimiento y sin ganas, pero si es su táctica para tenernos distraídos a los que preferimos no volar, por mí adelante: prefiero estar distraído comiendo que viendo películas sin gracia y que voy a volver a ver en el viaje de vuelta.


Y prefiero mil veces estar distraído comiendo a las disculpas del capitán por el retraso que llevábamos al salir en el vuelo que nos llevó hace dos semanas a Santiago de Compostela.

Después de recorrer la nueva terminal 4 de Barajas del derecho y del revés hasta que finalmente asignaron una puerta de embarque definitiva a nuestro vuelo, se nos anunció que éste iba a salir con un retraso de 45 minutos, que viene a ser más o menos lo que dura el vuelo en sí. Una vez que hubimos embarcado y despegado, el saludo del capitán incluía la siguiente "disculpa" por el retraso: con total naturalidad y sin darle la menor importancia nos hizo saber que si el vuelo salía con demora era porque habían tenido que usar otro aparato diferente al inicialmente previsto, avión que había venido desde Granada porque el resto de los aviones de este modelo se encontraban averiados. Naturalmente, saber el motivo del retraso nos tranquilizó mucho, como se hizo evidente por la cantidad de comentarios que siguieron al saludo del capitán. Uno de los más ocurrentes, aprovechando el hecho de que al embarcar nos habían dicho que los asientos asignados no valían y que podíamos elegir asiento al entrar, versaba sobre la dificultad que iban a tener en identificar los cuerpos al no estar cada uno en el asiento que debiera. Sin comentarios.

Prefería no haber sabido el motivo del retraso, del mismo modo que no quisiera saber cómo da ánimos este señor a sus amigos en las adversidades.

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