viernes, agosto 18, 2006

La Luna y el Puente

Mencionaba en la última entrada la impresión que me había causado una luna llena durante la Novena Sinfonía de Beethoven en la Plaza Mayor de Madrid. Y mientras lo escribía, recordaba un pequeño momento de la semana anterior, un viernes por la tarde que se nos convirtió en noche contemplando los casi veinte siglos de historia que soportan las piedras del Puente de Alcántara.



Conforme se hacía de noche, dos presencias iban ganando cada vez más fuerza. La primera, el Puente: mil novecientos años de sol y de lluvia, de viento y de nieve, de días y de noches, en forma de bloques de piedra todavía calientes. La segunda, dos lunas gemelas, una en el cielo y otra en el río.

Queriendo mejorar un momento precioso imaginé cómo sería si fuera noche de luna llena. Y yendo más allá, pensé en una gran luna amarilla, gigante, recién aparecida sobre el horizonte. Debí mencionarlo en voz alta porque me contestaron:

- Eso es un efecto óptico, una ilusión.

De inmediato me di cuenta de que en aquel lugar, entre dos cerros, no podría verse una de esas lunas llenas enormes. Pero aún así sonreí imaginando mi gran luna amarilla sobre el Puente.


¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

(La vida es sueño, P. Calderón de la Barca)

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1 COMENTARIOS:

Anonymous Anónimo dijo...

Bienvenidas sean las ilusiones.

Me alegro de haber servido de catalizador ;)

20 de agosto de 2006, 13:56  

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