lunes, mayo 29, 2006

CUENTOS #03 - Luca

LUCA


Me llamo Luca y tengo cinco años. Mamá me puso el nombre por una canción de Suzanne Vega. Yo no sé quién es, pero a mi mamá debió de gustarle mucho. Tampoco conozco a mi papá. Vivo con mamá y con mi tío Mario, pero en mi casa hay muchas personas más. No los conozco a todos porque algunos sólo vienen a pasar la noche y otros no se quedan lo suficiente. Mi casa es muy grande, así que no tenemos problemas de espacio. Mario no es mi tío, pero como todo el mundo le dice “Mario, tío, déjame algo” yo lo llamo así. A mamá y a él les hizo mucha gracia cuando lo oyeron por primera vez. No siempre ha estado con nosotros. Antes de que llegara a casa, mi mamá lloraba mucho y se ponía mala a menudo. Se acurrucaba en un rincón y temblaba y sudaba mucho. Yo iba a su lado y ella me abrazaba. Me decía “pronto pasará”, pero siempre volvía a enfermar. Recuerdo el día en que llegó Mario porque trajo una gran mochila azul. Ninguno de los que viven en la casa trajo nunca bolsa o mochila porque no tienen con qué llenarlas. Él era diferente.
Lo conocimos el día de la herida de mi rodilla. Aunque la casa es grande casi no hay muebles: sillas, algunas mesas viejas y colchones y alfombras que hace mucho que perdieron el color. Nada más, salvo las piedras y los cristales que cubren todo el suelo. Uno de éstos me clavé mientras jugaba en una de las habitaciones de arriba. Me caí al meter el pie en un agujero del suelo que no vi. Y es que en mi casa siempre hay mucha oscuridad porque las ventanas están tapiadas con ladrillos. Podríamos quitarlos pero mamá me ha advertido que no sería bueno que la gente nos viera por ellas. Yo no lo entiendo, pero como nadie los quita, sólo dos o tres por ventana, debe de estar bien así. Cuando grité, Mario vino. Al ver que sangraba, me cogió en brazos y me llevó a que me curaran. Desde entonces vivimos los tres juntos. A la semana mamá volvió a ponerse mal y Mario se enfadó mucho con ella. Le dijo que se iría si lo volvía a hacer. Pero no se fue, aunque mamá enfermó tres veces más. Ya no. Ella se lo ha prometido.
Ahora por las mañanas voy a una biblioteca que hay enfrente de mi casa. Yo no sabía lo que era pero mamá y Mario me lo explicaron. Tienen unas sillas pequeñas en las que me puedo sentar sin que me cuelguen las piernas y unas mesas a mi altura, pero lo que más me gustan son los libros. Hay libros por todas partes, desde el suelo hasta el techo en todas las paredes. Yo no sé leer, pero mamá me ha enseñado un sitio donde hay libros llenos de dibujos y me paso todo el día mirándolos.
Desde hace unos días la gente de la casa anda nerviosa porque dicen que tenemos que irnos. He preguntado a mamá y me ha dicho que no me preocupe, que ya nos arreglaríamos. “Igual que vinimos a esta casa, iremos a otra”. Si eso es verdad, voy a echar mucho de menos la casa. No recuerdo haber tenido otra casa, pero recuerdo una noche en que mamá me despertó cuando dormía. La noche era muy oscura pero había destellos azules por todas partes y alguna que otra sirena. Siempre había creído que era un sueño. Quién sabe.
Hoy en la biblioteca he visto mi casa en un periódico. No estaba gris ni cubierta de polvo. Tampoco parecía a punto de venirse abajo, pero no hay duda, el dibujo del papel era mi casa: era mi castillo.



Madre mía, cómo pasa el tiempo...
Aquí tenéis el primer cuento que escribí para que fuera leído por personas que no me conocían. Se presentó al I Certamen de Relato Rápido de la UPA (Universidad Popular de Alcorcón), convocado con motivo de la Feria del Libro de 1998 de Alcorcón, en el que el objetivo era escribir sobre un tema propuesto (en este caso, los castillos del Marqués de Valderas). El tema se dio a conocer a las 12 de la mañana y, teniendo como fecha de entrega las ocho de la tarde de ese mismo día, el límite eran dos folios. El premio consistía en cinco libros a elegir de entre todos los de las casetas de la Feria. Se presentaron 12 cuentos y ganó el mío.
Como veis el tema era demasiado local (y además, en el caso de mi relato, circunscrito a una determinada época en la que los castillos no estaban como están ahora), lo que puede hacer que no termine de comprenderse del todo. Lo cuelgo a modo de curiosidad y para terminar de vaciar poco a poco el Arcón de los Relatos Pasados. Sed benévolos que este relato ha acumulado mucho polvo.

Para terminar, voy a justificarme un poquito ante los que me acusan de vago ya que creo que este temprano triunfo ha sido el que ha truncado mi posterior carrera de cuentista: ahora no me apetece escribir si no hay un premio a la vista y nunca si hay que completar más de 5 folios. Y las veces que se dan esas circunstancias, puede que ni aún así.

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1 COMENTARIOS:

Blogger Errantus dijo...

Me ha gustado mucho. Y esa canción de Luca seguido me viene a la mente, así que me resultó mas íntimo el relato. Yo también te daría un libro de premio por él. ;)

6 de junio de 2006, 17:29  

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