martes, mayo 09, 2006

CUENTOS #02 - Despertar cada Mañana

Después de colgar el relato de Mallorquí (y de dejarlo un tiempo prudencial por los que puedan llegar tarde), me daba bastante apuro colocar cualquiera de mis cuentos. Pero como este blog estaba pensado para dejar aquí mis cosas, no puedo seguir posponiéndolo y aquí tenéis un relato bastante breve (no llega a las 500 palabras) y que si me da menos reparo colgarlo es porque ya lo colgué en alguna otra parte antes.
A ver qué os parece.


DESPERTAR CADA MAÑANA


Lentamente empiezo a ser consciente de que estoy despierto. Hace un rato ya que una pequeña sensación de calor pasea por mi cara. Un rayo de sol, supongo que despistado aún porque acaba de empezar el día, que no sabe que cada nueva mañana no es bien recibida desde hace tiempo. Todavía con los ojos cerrados inspiro profundamente, me revuelvo en la cama y lo noto. Es pronto. Quizás no demasiado, pero lo es. Así que espero...
He debido quedarme dormido de nuevo porque el despertador me ha sobresaltado. Te oigo levantarte despacio, seguro que bostezando y desperezándote camino del baño. Te miras de lejos y luego te miras de cerca. Cuando asimilas que el reflejo y tú sois la misma persona (tengo que hacer algo con estas arrugas que empiezan a aparecer junto a los ojos, dices; no te las toques, te replicaría, son de cuando aún podía hacerte reír), pones rumbo a la cocina. Café caliente, con leche y dos terrones de azúcar (no, ahora es sólo uno), dos tostadas con mermelada y a la ducha. Un pequeño gritito, el agua estaba demasiado fría tal vez. Lo que el desayuno hace con tu mente en dos minutos, la ducha lo consigue con tu cuerpo en apenas otros cinco. Sólo falta el vestuario. Has escuchado la radio y has mirado por la ventana, la decisión está tomada. Abres el armario y te vistes en silencio. Del salón recoges tu maletín y de puntillas, dando pequeños saltitos con tus zapatos de tacón, te acercas a la puerta para irte, pero sabes que te falta algo por hacer. Despacio te asomas al dormitorio y me miras. Tal vez me lanzas un beso, quizás se te nubla la vista. O puede que mi imaginación me engañe ya que no puedo saber lo que haces porque sigo acostado de espaldas, de cara a esa ventana por la que hace ya un rato que pasó un rayo de sol impertinente, repasando tu rutina diaria con los ojos bien cerrados, no vaya a ser que una pequeña lágrima se me escape. Mientras hago un esfuerzo por tragarme el nudo que tengo en la garganta oigo como cierras la puerta.
Me levanto y desayuno del café que has dejado y que ya está frío. Me ducho y me arreglo. Mientras me peino ensayo ante el espejo la sonrisa de buenos días que tendré que regalar en el trabajo y pienso que donde ahora está mi reflejo hace un rato estaba tu rostro, y se me hace muy difícil siquiera conseguir una mueca aceptable con la que saludar a la gente.
Cuando vuelva a casa será tarde y tú ya estarás otra vez durmiendo, respirando suavemente, con el pelo cayéndote sobre la cara, como cada noche, con los ojos bien cerrados para que no se te escape una lágrima y resulte que no somos tan distintos, que si un día abriéramos los ojos, tú y yo.

Etiquetas:

1 COMENTARIOS:

Anonymous Anónimo dijo...

No te diré nada que no te haya dicho antes (muy conseguido, redondo, emotivo...)

Uno de los mejores, sin duda ;)

Enhorabuena

9 de mayo de 2006, 21:40  

Publicar un comentario

<< Home

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.