martes, marzo 28, 2006

STANISLAW LEM

Ayer, justo antes de irme a casa, me enteré de que había muerto STANISLAW LEM. No sé si a alguien más le pasará lo que a mí respecto a la muerte de escritores, cineastas y actores que, tal vez debido a mi edad y de haberlos admirado desde tan joven, son míticos a pesar de continuar vivos. Es verdad que muchos de ellos han dejado a un lado hace tiempo sus carreras, pero su pérdida siempre te hace pensar acerca de que ya no habrá un nuevo libro de LEM o una nueva película de KUBRICK (aunque para muchos, ésto sea una bendición; perdónalos porque no saben lo que dicen...), el cuervo de Poe diciéndote Nevermore.


Siguiendo a rajatabla el 2º punto de la Declaración de Intenciones, dejo aquí el artículo que ha escrito David Torres para El Mundo:


"El escritor polaco Stanislaw Lem, fallecido en Cracovia el 27 de marzo a los 75 años, era el último, o quizá el penúltimo, de una gloriosa estirpe, la de los grandes genios de la ciencia-ficción. Pero su figura se había agigantado con los años hasta convertirse en un referente absoluto de la literatura fantástica, de la talla de Calvino o Borges.

Al igual que ellos, Lem ha muerto sin el Nobel, pero eso es sólo una anécdota para alguien que, en algunos de sus libros, inauguró una extraña y bellísima poesía de la astrofísica. En otros, alumbró híbridos monstruosos a mitad de camino entre Swift y Kafka. En cierto modo puede decirse que si Wells es el Homero del género, entonces Lem es su Dante.

Su nacimiento en 1921 en Lvov (entonces Polonia, actualmente Ucrania) le marcó con todos los estigmas y maldiciones del siglo XX. Como judío y como polaco le tocó vivir el horror de la invasión alemana: abandonó sus estudios de Medicina y, junto a su familia, logró escapar del gueto mientras todos sus amigos de juventud terminaban sus días en los hornos de Belzec.

Durante la guerra trabajó como mecánico ("haciendo un poco de sabotaje —escribió con su peculiar humor— pues era un pésimo soldador") y en 1946 se trasladó a Cracovia, donde dos años más tarde terminó la carrera de Medicina. Ejerció de ginecólogo durante unos cuantos meses, mientras la zarpa helada del comunismo caía sobre Polonia en una larga y tediosa dictadura que se alargaría cuatro décadas.

Lem se inició en la narrativa con 'El hospital de la transfiguración' (1947), que narra la odisea de unos médicos polacos en un hospital para enfermos mentales ante la llegada inminente de las tropas nazis. Pero, quizá como reacción al clima fétido, ramplón y ceniciento del comunismo, Lem comenzó a hilar esa voz única que le convertiría en uno de los grandes maestros de la literatura europea.

Multidisciplinar

Entre 1959 y 1964 da a luz sus grandes novelas de madurez: 'Edén', 'Memorias encontradas en una bañera', 'Retorno de las estrellas', 'El invencible'. Leer cualquiera de ellas es descender a las entrañas de una inteligencia casi sobrehumana que aúna las disciplinas más dispares (psicología, lógica, estadística, física, teoría de la probabilidad) en un discurso narrativo de impresionante calado moral e impecable factura técnica. En 'Solaris' (1961), su obra maestra y uno de los libros del siglo, Lem reinventa el mito de Orfeo mediante la exploración de un planeta capaz de corporeizar los recuerdos: el protagonista tiene la oportunidad de revivir una historia de amor con su esposa, que se suicidó en la Tierra muchos años atrás.

La célebre adaptación que en 1972 hizo Andrei Tarkovsky fue saludada como la respuesta soviética a '2001: una odisea del espacio', de Kubrick, pero el director ruso apenas logró traspasar las escalofriantes tinieblas de Solaris.

En libros posteriores, Lem, sin abandonar su tono pesimista, ensayaría un estilo humorístico inimitable: 'Fábulas de robots' (1964), 'Ciberíada' (1965) y, sobre todo, los 'Diarios de las estrellas' (1971), una desternillante versión cibernética de los Viajes de Gulliver donde campea a sus anchas su más memorable criatura de ficción, el chusco astronauta Ijon Tichy.

Gracias a él, Lem fue considerado en su país, ante todo, un autor de libros para niños sin que las autoridades comunistas cayeran en la cuenta de la formidable y ácida diatriba contra el régimen que ocultaban sus relatos. En 1971 Lem dio un nuevo giro con la publicación de 'Vacío perfecto', una colección de reseñas de libros imaginarios, en la estela de Voltaire y Borges, donde aprovecha para reírse de Joyce, del 'noveau roman', de Dostoievsky y de sí mismo.

Traducido a más de 40 idiomas, su fama ya sólo era comparable a la de Asimov o Clarke. Durante el estado de sitio de Jaruzelski, Lem se exilió a Alemania y allí publicó 'Provocación' (1984), un asombroso ensayo de ficción sobre el Holocausto. Su última novela, 'Fiasco' (1986), incide otra vez en la imposibilidad del conocimiento y de la comunicación entre los seres humanos: una constatación lúcida y perpleja de la soledad esencial del universo.

Hacía décadas que había abandonado la literatura y vivía tranquilo, junto a su mujer y sus perros, en su amada ciudad de Cracovia. Ingresado desde hacía semanas en el hospital, el 27 de marzo se apagó la vida del más insigne artífice de la ciencia-ficción. El último poeta del cosmos navega, ya para siempre, en el resplandeciente océano de Solaris."


Voy a hacerle un pequeño homenaje releyendo alguno de sus libros.

Descanse en paz.

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