lunes, abril 23, 2007

Exceso de celo

Aquellos tipos debían estar esperándome. En cuanto puse un pie en la calle me cogieron por los brazos y, al vuelo, me metieron en su vehículo.
- Pero, ¿qué demonios...?
Cuando quise empezar a protestar ya habían puesto en marcha el coche y me conducían a toda velocidad a las afueras. Durante los siguientes minutos me dediqué a interesarme amablemente por la profesión de la madre de uno, para a continuación pasar a preguntar acerca de la conocida gran amabilidad de la mujer del otro con los fontaneros. Creo que acerté al menos en una de mis predicciones porque un gran puño impactó de repente contra mi cabeza, haciendo aparecer de la nada una bandada de pájaros empeñados en pasar frente a mis ojos como en un carrusel de feria justo un instante antes de que comenzara a verlo todo negro, negrura que creo adivinar estaba relacionada con el hecho de que me desmayé.

Me desperté sentado en una silla sin respaldo en un cuarto pequeño, a oscuras y frente a una ventana por la que desfilaban los seres más extraños que había visto en mi vida.
- Dígame, ¿reconoce a alguno de esos?- me preguntó el que parecía llevar la voz cantante en el asunto y en el que reconocí al que me había dejado KO de una caricia.
Medité unos segundos mi respuesta mientras observaba con asombro a aquellos seres. La respuesta me parecía fácil pero intuí que los dos mastodontes que me habían obligado a acompañarles no iban a aceptar que les diera simplemente un no y me fuera de rositas. ¿Qué podía hacer? La verdad es que no sabía qué demonios eran aquellas cosas ni qué clase de relación podían tener conmigo.
- No me suena ninguno- comencé a decir.- ¿De qué se supone que debo conocerlos?
Que el segundo tipo hiciera que mi cuerpo abandonara la silla y recorriera un par de metros por el suelo me hizo adivinar que mi respuesta no había sido la correcta, o al menos la que ellos esperaban. Por el rabillo del ojo vi como sonreía: debía estar disfrutando de lo lindo el muy bestia.
- Venga, palurdo, no te hagas el inocente- dijo el charlatán del dúo.- Sabemos que todos los años te visitan en primavera.
Aun estando dolorido por el último golpe recibido esta última frase pareció abrir una puerta en mi sesera y dejar pasar algo de luz. Cuando esas luces desaparecieron pude pensar con claridad y de pronto recordé donde había visto aquellas cosas que flotaban tras la ventana. Lentamente eché mano al bolsillo y saqué de la cartera una vieja fotografía de mis tiempos de estudiante...



Ahora mismo kilos y kilos de inmunoglobulina E recorren mi torrente sanguíneo mientras millones de mastocitos se refocilan degranulándose por todo mi organismo originando una liberación masiva de histamina. Este exceso de celo de mi sistema inmune, esta huelga a la japonesa, no hace sino "alegrarme" el día porque me hace estar seguro de que la alergia ya está aquí (de nuevo).

Disfrutad del Día del Libro y de la Noche de los Libros que yo intentaré hacer lo propio en este tercer aniversario de vida pública de mi alter ego.

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